viernes, 7 de octubre de 2011

Homenaje

Partido de potrero con sueños de cancha grande; un niño con una pelota corre esquivando piernas rivales y las raíces de los árboles que salen del suelo. Nada lo detiene camino al arco rival, patea y la pelota pasa por el arco sin redes y termina lejos de la cancha emplazada en el parque.
“gooollll de Alem”, grita el chico, de no más de 10 años, ante la alegría de sus compañeros y la resignación rival.
La imagen es seguida detenidamente por un señor mayor de gesto serio. Pelo oscuro, patillas largas y recortadas prolijamente, que se unen a la barba que le surca la cara.
Su atuendo no parece acorde a la época, botas de potro, pantalones anchos y una camisa, que sólo dejaba ver sus mangas ya que estaba cubierta por un poncho.
El pequeño pasa corriendo al lado del hombre, toma la pelota y vuelve con sus compañeros sin mirarlo, como si no estuviera ahí.
El hombre da media vuelta y se vuelve rumbo a su casa pasando por la pequeña capilla en honor a la Virgen del Rosario, imagen instalada ahí por su esposa, y de ahí hacia los establos.
“Francisco, llegaron nuevos viajeros de Fraile Muerto”, interrumpió su caminata una voz femenina que proviene de la casa grande, “dales de comer y beber. Que alguien lleve los caballos a los establos, está por anochecer. Hasta primera hora de mañana no van a poder seguir viaje”, ordenó el hombre y acató rápidamente la mujer.
 Una moto rompe con la tranquilidad del lugar y pasa raudamente rumbo al centro, varias bicicletas en sentido contrario viajan hacia el barrio.
Ferreira Abad, camina y observa todo a su alrededor, a lo lejos, del otro lado del río se observan casas altas, vehículos y bullicio, de éste todo es tranquilidad y el sonido de los pájaros.
Se frena, piensa en lo que ve y no le encuentra muchas explicaciones más que la llegada del progreso.
Hoy ya no está la estancia, ni el paso que llevó su apellido, tampoco el oratorio y ni siquiera los establos, pero aquellos que siguen transitan por el parque, aseguran que todavía hoy, al atardecer, se puede escuchar el sonido de lejanas carretas que llegan desde caminos polvorientos, y si agudizan la vista, hasta lo ven a Francisco Ferreira Abad y su mujer, recibiendo a los viajeros.
El parque, ese lugar en donde nació Villa Nueva y todavía se mantiene encendida la llama de su historia.
Se cumplen 185 años del nacimiento de Villa Nueva, el lugar que nació como posta y creció como ciudad, siempre con el parque como su lugar de referencia.

1 comentario:

Juan Drovandi dijo...

Texto publicado en la edición del 7 de octubre de 2011 en PUNTAL VILLA MARÍA